La verdad es que la mayoría de las estrategias que se implementan en cualquier organización, tienen mucho mayor impacto si vienen respaldadas desde la más alta jerarquía. Quienes lideran las organizaciones, con mucha frecuencia marcan la pauta para que las iniciativas que más les interesan marchen con más intensidad que otras, no por capricho, sino porque son parte de su visión del negocio.
Si en el liderazgo hay intención de fomentar una cultura de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), las estrategias que se desarrollen en consecuencia tendrán mayor fuerza y el estilo de liderazgo desde la dirección general y en todos los niveles de liderazgo tendrá un estilo inclusivo.
Pero, ¿qué es el liderazgo inclusivo?
Este estilo de liderazgo se caracteriza por que son personas que reconocen y valoran la diversidad en los equipos, toman decisiones equitativas a lo largo del ciclo de las personas que se integran a la organización (atracción, contratación, desarrollo y desvinculación) y, lo más importante, mantienen comportamientos de inclusión visibles que permiten crear ambientes seguros en donde todas las personas se sientan respetadas, escuchadas y con un sentido de pertenencia.
Cuando hablamos de liderazgos inclusivos, hablamos de liderazgo transformador, son líderes que no sólo gestionan equipos, sino que los transforman para que alcancen su máximo potencial y, como consecuencia, impulsan resultados positivos a nivel organizacional.
Este estilo de liderazgo trae muchos beneficios a las empresas, además de la mejora en la productividad, destacaremos los siguientes:
- Generan mayor compromiso en los equipos. Cuando todas las personas que integran a la organización se sienten vistas, valoradas y respetadas, la moral se incrementa, por lo que todos y todas se sienten comprometidas a dar lo mejor.
- Se incrementa la productividad y la innovación. En los ambientes organizacionales sanos, la gente siente que tiene libertad de aportar sus ideas sin temor de que se señale el error o una idea que no es apropiada o que no puede implementarse, por lo tanto, se genera mayor cantidad de iniciativas e innovación organizacional.
- Se logran con más facilidad los objetivos estratégicos. Como consecuencia de un ambiente saludable, el enfoque de cada persona está en hacer bien su trabajo y aportar su talento al logro de los objetivos comunes.
Para implementarlo en las organizaciones, hay que considerar tres dimensiones en las que debe basarse este estilo de liderazgo.
- La dimensión personal. Se refiere al autoconocimiento por parte de las personas que están en posiciones de liderazgo y de la voluntad que tengan para transformar a la organización, por eso decimos que si la alta dirección, a nivel personal, está convencida de que la diversidad, equidad e inclusión, son importantes para el éxito organizacional, existirá un campo más fértil para que todas las personas se contagien de esto.
- La dimensión de equipo. Aquí, el liderazgo inclusivo se centra en construir entornos equitativos para el equipo, desarrollando el ambiente adecuado para que todas las personas tengan seguridad psicológica y desarrollen sus capacidades y su máximo potencial.
- La dimensión de negocio. Es la relación del liderazgo personal con la estrategia organizacional, las personas líderes alinean sus acciones y comportamientos con los objetivos empresariales, para contribuir a su cumplimiento.
Los liderazgos inclusivos forman equipos diversos y comprometidos que logran resultados sostenibles, generando un impacto positivo y exponencial en la organización.

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